Amanecer es la primera película del director alemán Friedrich.W Murnau que realizó en Estados Unidos. Estrenada en 1927, la película es un drama romántico donde un hombre, seducido por una mujer de la ciudad, decide asesinar a su esposa – una campesina – para empezar una nueva vida con su amante. Sin embargo, el protagonista es incapaz de matarla y tras escucharla rogar por su vida, este se arrepiente, le pide perdón y le jura amor eterno otra vez. En la escena final, el protagonista y su esposa, “enamorados” nuevamente, se besan en medio de una calle concurrida.
Para la época, Murnau logra una extraordinaria transición en la que, al besarse, los personajes se desconectan del espacio físico y aparecen en un bosque paradisíaco. Las notas de un arpa acompañan un aparente estado de “disociación”, hasta que el ruido de las bocinas y los transeúntes nos hacen volver al presente. El protagonista y su esposa, asustados, caminan lejos de la calle y los autos. En el último plano, la luz del sol de un nuevo día los acompaña. El amor vuelve a renacer pero más que iluminar, parece encandilar a sus personajes con su luz. La pareja camina confundida, dando tropezones y sin rumbo aparente, pero enamorados.
¿Es esta película un clásico del cine romántico? ¿O es más bien una evasión de la realidad?
El amor romántico puede ser una emoción tan fundamental como el hambre o la sed y es capaz de aumentar nuestros niveles de serotonina, dopamina y endorfina. Estas sustancias influyen en el estado de ánimo y pueden provocar sensaciones similares al consumo de cocaína. Así, enamorarse de alguien, implica una conexión sexoafectiva (no muy racional muchas veces) que puede compararse a estados similares a los provocados por uso de analgésicos o estimulantes. Sin embargo, para caer en este estado (to “fall” in love), es necesario percibir una conexión de algún tipo con la contraparte. Es decir, para que exista el “click”, se necesita un intercambio entre dos sujetos. Si no existe conexión real, más que amor, estamos frente a estados pasajeros de infatuación que suben y bajan pero que no terminan en relaciones duraderas.
Se viene otro 14 de febrero o celebración “del día del amor”. Quien diría que tras un estallido social, una pandemia y dos procesos constitucionales fallidos, hablar casualmente de un genocidio podría ser un potencial tema de conversación en una cita Tinder. Bueno, bueno…¿Tinder o Bumble?
- “Me da paja meterme a Bumble”- se escucha con frecuencia.
Se hace evidente el declive de las aplicaciones de citas y aún más el de redes sociales. Instagram, Facebook y “X” (ex- Twitter) son aburridas, predecibles y sin nada nuevo que aportar. El tedio se siente, y se siente aún más en cómo nos relacionamos sexo-afectivamente como dice hoy la juventud.
El auge de las “situation ships”, el “ghosteo” y de “vínculos” se dibujan como un nuevo orden social. La cultura popular nos bombardea con relaciones de celebridades y quiebres amorosos, incluso el de nuestro propio presidente hace noticia. Desgraciadamente, todos estamos pendientes queramos o no. Así, la soledad moderna se disfraza de hiperconectividad. Pese a los memes y los podcasts, se percibe un agotamiento del capital social. Las personas somos sistemas complejos y no estamos diseñados para funcionar a base de algoritmos que inducen a una forma de vida asistida. El capitalismo atrofia la manera en que nos relacionamos pero no sólo en lo sexo-afectivo, también en nuestras amistades y familias.
¿Se te hace difícil organizarte para ver a tus amigos? Tras la pandemia, se comprobó que es posible llevar una vida con escasas interacciones sociales. La excesiva dependencia a las tecnologías llena todos los aspectos de nuestras vidas. A través de aplicaciones y desde nuestros hogares, podemos satisfacer necesidades laborales, de comida, de transporte, de comunicaciones, de educación, de sexo y de entretenimiento, sin embargo, estas “conexiones” no son más que una precarización de la vida social. El capitalismo se nutre de la autosuficiencia y el aislamiento, así se vende más: desde kits de skincare hasta Stanley cups, todo con delivery.
“La disociación afecta en gran parte a la memoria y a la percepción de la realidad: por ejemplo, cuando estás en clase y la asignatura no te interesa o te aburre, sueles ‘desconectarte’. Por lo tanto, podemos decir que es la evasión de pensamientos, entornos, emociones e incluso de identidad”.
De este modo, resulta interesante explorar temas como el amor y la conexión en momentos donde evadirse es tan tentador. Quizás la mayor paradoja es que aún buscamos conexión pese a querer distanciarnos de la realidad. En un mundo donde literal, todos queremos perdernos en nuestros propios pensamientos y «disociarnos», ¿Es posible enamorarse y conectar con alguien? ¿O ya son muchos traumas?
Ha llegado finalmente el 2024, el amor en tiempos de disociación.
Hace casi 100 años, “Amanecer” de Friedrich.W Murnau describió a través de la técnica, un aparente estado disociativo frente a la concepción de amor romántico ¿Cuánto ha cambiado el cine desde entonces? ¿Qué se considera romántico hoy en día? A continuación, haré un breve análisis sobre películas que se construyeron en torno a historias de amor en estos tiempos de post pandemia y disociación.
La Memoria Infinita, dirigida por Maite Alberdi
Los documentales de Maite Alberdi están marcados por una exploración de espacios particulares: una playa, una casa o un hogar de ancianos, donde personajes son expuestos desde sutiles extrañamientos que permiten emocionarnos y hacernos reir. Del drama al humor, Alberdi tiene una mirada que tensa la puesta en escena, que sin errores, explora el fuera de campo y permite un trabajo performativo que nos hace pensar sobre el cine documental mismo, ¿es posible controlar un espacio sin errores? ¿Cuál es el sentido de la imagen documental?
“La memoria infinita” relata la historia de Paulina Urrutia y Augusto Góngora, una historia de amor marcada por el alzheimer de Augusto. La película plantea el sentido de la memoria, desde la enfermedad de Augusto y la trascendencia de la memoria histórica en nuestro país a 50 años del golpe militar. Tanto la memoria de Augusto como la de nuestro país es acechada por el olvido, pero el film de Alberdi se plantea desde la esperanza y la trascendencia del amor que no será derrotado por el olvido (o la muerte). Si recordar es un acto de amor, nuestra memoria colectiva e identidad nacional no debería olvidarse del pasado. Con un increíble trabajo (realizado en pandemia) el film de Alberdi invita a pensar sobre el sentido de las relaciones y la importancia del recuerdo como dispositivo narrativo. A futuro veremos, si efectivamente, la memoria se vuelve infinita.
“Past Lives”, dirigida por Céline Song
Un increíble debut para la directora coreana-canadiense Céline Song, quien a sus 35 años estrena una película basada en su propia experiencia.
Pocos pueden decir que tienen un amor de infancia, sin embargo, muchos pueden afirmar que hay amores que cuesta dejar atrás. Si el amor es algo, es una vulnerabilidad. “Past Lives” explora los tiernos sentimientos de Na Young, ahora Nora (Greta Lee), una aspirante a dramaturga en la ciudad de Nueva York y Hae Sung (Teo Yoo) un estudiante de ingeniería en Seúl. La película explora su relación en varias etapas haciendo un seguimiento de cómo las relaciones, tanto las plenamente realizadas como las no realizadas, influyen en nuestras vidas. El guión es limpio, directo y honesto, una potente narración que cuestiona la supuesta “certeza” de la edad adulta. La película pone la atención en Nora, una inmigrante que quiere iniciar una vida en Estados Unidos. La brillante interpretación de Arthur (John Magaro) aporta todos los matices necesarios para un drama romántico auténtico. La primera escena del film nos deja preguntándonos: ¿Quiénes son ellos 3? ¿Qué tipo de relación tienen?
“Past lives” explora con delicadeza las relaciones amorosas marcadas por la inmigración, las ambiciones personales y las redes sociales que nos permiten encontrar a personas a sólo un click. La película pone un énfasis en el amor propio de Nora quien a través de sus decisiones de vida, refleja lo satisfactorio y lo penoso que es “dejar ir”, no sólo en lo romántico, sino en los cambios que uno mismo sufre al llegar a la adultez. Como consuelo nos queda la palabra: “Inyeon”que significa en coreano providencia o destino, pero se trata específicamente de relaciones entre personas que desde lo íntimo, conectan incluso en más de una vida, incluso si ya no se vuelven a ver.
“Fallen Leaves”, dirigida por Aki Kaurismäki
Definitivamente una película sobre el amor y la disociación. Marcada por silencios llenos de añoranza, Kaurismaki relata una encantadora historia de amor donde la felicidad cuesta trabajo pero la esperanza se mantiene viva. Planos de grúas en los cielos, bares oscuros y supermercados de colores chillones acompañan una sensación de resaca/agotamiento. Ansa (Alma Pöysti) trabaja en un supermercado pero es despedida por robar un queso vencido. Holappa (Jussi Vatanen) va de trabajo en trabajo relacionados a la construcción pero es despedido porque no para de beber. Tras mirarse en un bar de karaoke, ambos personajes inician un tentativo romance.
Sencilla, tragicómica y discreta, “Fallen Leaves” es consciente de que las relaciones humanas están marcadas por la voluntad y por la suerte. Ansa vive sola en un departamento que heredó de una tía y escucha con frecuencia las consecuencias de la guerra entre Ucrania y Rusia. Es una mujer resuelta y empeñosa que no se conforma. Holappa, por otro lado, pierde trabajo y casa por beber y dice estar deprimido, sin embargo, tras su primera cita con Ansa, le confiesa a su amigo…”Casi me caso”. Pese a que la manera de relacionarnos en Latinoamérica dista de Finlandia, el mensaje del film es universal: el amor no es más que una persistente voluntad de cambio por uno mismo y si tenemos suerte, hay alguien que nos acompaña (con perrito incluido en este caso).
Mrs. Robinson, you’re trying to seduce me!
Si disociar significa “desconectar” nuestra mente de la realidad cuando nos encontramos ante una situación que sobrepasa nuestros recursos psicológicos de afrontamiento, ¿Hay alguna película que represente mejor el amor disociado que “El Graduado”?
La película nos presenta a Benjamin Braddock (Dustin Hoffman), un joven perdido en un constante estado de incertidumbre, confusión y angustia. ¿Pero por qué? Si Benjamin es el símbolo de un Estados Unidos próspero, de hombres jóvenes provenientes de una élite educada que van a mejorar el futuro ¿o no?
Con mucha sutileza, Mike Nichols expone el estado disociativo en que se encuentra Benjamín. La película inicia con el joven solo en el avión. El sonido de las turbinas está ecualizado – provoca una sensación de automatización -. Muchas interacciones sociales se desarrollan cerca del agua – como si la densidad de la realidad fuera igual de pesada y lenta que bajo el agua – . Benjamín mira recostado los peces de su acuario y se sumerge en su piscina para probar un traje de buzo en un permanente estado de insatisfacción hasta que inicia su affair con la Sra. Robinson (Anne Bancroft). ¿Qué ocurre ahí?¿Qué simboliza su relación con ella?
Benjamin y su relación con la Sra. Robinson son el romance disociado por excelencia. Más que un amor que desafía las dinámicas de género y poder, el affair entre Benjamin y la Sra. Robison es más bien transaccional y oportunista. Por un lado, la Sra. Robinson busca nuevas aventuras sexuales que no puede conseguir fácilmente debido a su edad y clase, mientras que por otro lado, el affaire le ofrece a Benjamin la posibilidad de evadir su presente actual y mitigar la incertidumbre del futuro con algo placentero, nuevo y excitante. Pero, ¿qué le provoca ansiedad a Benjamin? ¿Por qué se siente tan solo?
Al igual que muchos de nosotros, Benjamin es un joven que no sabe qué le depara el futuro, de ahí la incertidumbre que lo abruma. Con la llegada de la I.A, el aumento del desempleo y la insatisfacción de muchos que no encuentran su espacio en el ámbito laboral, no es sorpresa que nos comportemos como Benjamín y estemos constantemente generando una “distancia de seguridad” que nos proteja de más ansiedades, sobre todo en lo romántico o sexo-afectivo. Inseguridades, angustias y confusiones afloran en una juventud que creció pensando en tener más que sus padres – y que ahora ni siquiera pueden optar por una vivienda propia -. El supuesto potencial y expectativas pesan sobre una generación que más que buscar amor, quiere distraerse de sus propios pensamientos. Como Benjamin, un “romance” o “affair”, resultan emocionantes y perfectos para llenar el vacío existencial que nos agobia. Sin embargo, ¿es “amor” lo que siente Benjamin por Elaine?
El propio Mike Nichols argumenta que “el amor precipitado, devorador de Benjamin por Elaine tiene muy poco sentido”. Quizás, más que amor, Benjamin quería una respuesta emocionante y rupturista para no caer en lo mismo que sus padres.
¿Qué nos queda a nosotros, entonces? Los rostros disociados de Benjamin y Elaine mirando hacia la carretera en el bus se repiten tantas veces en nuestros propios rostros, en el de nuestros amigos, en el de nuestras “pololas o casi algos”…cuando amar y disociar ya no dan para más. Cuando ya somos conscientes que el vínculo actual no da para más…¿qué hacemos?
Quizás una reflexión útil de “El Graduado” es que los affairs como distracción poco ayudan a mitigar las incertidumbres del futuro o cualquier otra angustia del presente. Si somos capaces de advertir conductas poco saludables, patrones tóxicos o con escasa responsabilidad afectiva, mejor pensar dos veces antes de iniciar un nuevo “romance desconectado”. Las personas no son objetos para cargar y luego desechar, todos somos sistemas complejos que buscan amor y empatía. Si hay posibilidad de terapia, optar por ella, si hay posibilidad de llamar a un amigo por celular (sí, llamar por teléfono) para pedir consejos, hacerlo, mientras más contacto y conversación, mejor comunicación y decisiones. Estos pequeños cambios pueden traer a futuro relaciones más significativas y duraderas, aún en tiempos donde no escuchamos ni presencialmente cuando nuestros amigos nos hablan.
El calor del verano intensifica las ganas de quedarse flotando sobre una piscina como Benjamín…hasta que llega febrero. Bueno, ¿qué hacer este 14 entonces? ¿Qué celebramos? La respuesta puede ser ir al cine y ver alguna de las películas mencionadas. Siempre se puede ir solo al cine o en compañía, la disociación no discrimina. Pero si no es suficiente o no hay dinero, siempre puedes ver “El Graduado”, una película veraniega-disociativa por excelencia o “Amanecer” y sentir cómo el amor ilumina o – encandila – una relación. Lo importante es mantenerse hidratado y usar protector solar para aprender a navegar el amor en estos tiempos de disociación.
Filmografía
La Memoria Infinita/ Maite Alberdi (CHILE, 2023)
Past Lives/Celine Song (COREA, EE.UU, 2023)
Fallen leaves/ Aki Kaurismäki (FINLANDIA, 2023)
*The Graduate/ Mike Nichols (EE.UU, 1967)
*Sunrise: A Song of Two Humans/Friedrich. W Murnau (EE.UU, 1927)
Bibliografía
https://bluenethospitals.com/blog/psicologia/que-es-la-disociacion
https://www.theguardian.com/science/2010/oct/13/love-drug-pain-relief-cocaine