Náufrago
De entre todos los idiomas de la tierra
tu nombre, fue quien me habló al oído
invocaste un cielo sin distancia
y mil palabras que excitaban mis desvelos,
en esta habitación ya no caben los océanos
y el aroma de tus labios brincó por las ventanas
como un salto de España que entraba por mi mente
y entre audios de apetencia un cariño se asomó;
aún había mil promesas por acumular
pero el principio lúcido de tu cabeza se quedó corto
entre falacias se rompió en el cristal de otros ojos,
y las palabras se esfumaron en el viento
como aquellas noches de desvelo se quedaron a invernar;
en esta habitación los mares de los ojos ya se inundan
y el único náufrago que sigue a la espera de tu barco,
sigo siendo yo.
Niño de Aire
Nada inocuo apareció tras la ventana del ojo
una estrella rodante y dos arterias rojas que esperaron cansadas aquel invierno lúcido
¿Acaso sabrán la tormenta que cruza el alma para volver al amor naciente?
Este amor es un incendio que agoniza como una llama de agua
como un regazo suave al oído;
otra vez como ave caigo roto en dos veranos que no conjugaron
otra vez el viento me arrastra sin subir al anhelo.
El amor es un aire de agrietado respiro, y aun así los rotos, anhelan seguir ahogados.