¿Y si volvieran?
¿Y si volvieran como cyborgs o transmutados en cualquier tipo de cuerpo vivo o como máquinas?
¿Y si en esta era de inteligencias artificiales diversas crearan la tecnología para traerles de vuelta?
¿Qué pasaría con ellas y ellos?
¿Qué nos dirían?
¿Qué pasaría con nosotras y nosotros?
¿Cómo sonarían sus voces?
¿Cómo serían esos cuerpos?
¿Se acostumbrarían a su nueva realidad?
¿Pedirían justicia?
¿Y si volvieran?
¿Y si de verdad pasara?
Imagino a tantas familias que frente a la posibilidad de un retorno dirían SÍ. SÍ, que vuelven de cualquier manera, no importa la forma, déjenme ver por una vez más esos ojos, tocar esas manos. Imagino que si en esta era de avances tecnológicos vertiginosos alguien pudiera traerles de vuelta, las familias que han pasado toda una vida buscando cuerpos, desenterrando huesos, dirían SÍ, tráiganlos de vuelta, que retornen en el formato que sea, cyborg, zombie, mutante, monstruo incluso, no me importa, déjenme una vez más, escuchar la voz de lo que me arrebataron. Pero y los retornados, ¿querrían volver?
Bajo la premisa de que las desaparecidas y los desaparecidos durante la dictadura militar, pueden regresar a la vida gracias a una tecnología capaz de revivirlos, se articula el libro Los Retornados del escritor, Cristian Cristino.
Los Retornados son cuerpos raros, tecnologías extrañas. Son espectros que no hacen más que recordarnos la ausencia de justicia. Los cuerpos misteriosos de Los Retornados con la incomodidad propia del regreso forazdo nos dicen que la vida no debería haber sido así: no debería haber retornados, nunca debió haber desaparecidos.
Dicen Los Retornados en palabras de Cristino:
“para que lo entiendas es como si fuésemos extraterrestres turistas amnésicos”.
Este ejercicio de ficción es profundamente conmovedor porque logra entrelazar la ficción especulativa con nuestra realidad. A través de la fantasía de revivir a los desaparecidos, Los Retornados pone en primer plano una fractura: la de los cuerpos que nunca fueron encontrados, la de todas esas vidas truncadas que permanecen sin justicia. Al imaginar un futuro donde la tecnología es capaz de traer de vuelta a quienes fueron arrebatados de sus familia y de sus vidas, estamos obligados a enfrentarnos a la tragedia de la desaparición forzada, pero también a la indiferencia de un sistema que aún no ha dado respuestas.
La tristeza y el dolor de esta ficción radican en su inquietante proximidad a lo real. Los Retornados es una obra que nos enfrenta a lo que nunca podrá ser, y que, incluso si lo fuera, nunca se parecería a lo que se anhela. Estos cuerpos devueltos al mundo no cumplirían con la esperanza de restitución; su retorno no traería alivio, sino una nueva forma de extrañeza y desolación. ¿Cómo podrían habitar un mundo que ya no les pertenece? Su presencia subrayaría la imposibilidad de recuperar lo perdido, enfatizando el abismo entre el deseo y la realidad.
“soy un hombre hecho de testimonios, actas judiciales, informes de autopsias, comparaciones dentales. carbono-14 en mi placenta”.
Los cuerpos de los retornados, se convierten en símbolos de todo lo que ha sido negado: la verdad, la justicia, incluso la posibilidad del duelo, del descanso.
Los Retornados, al permitirnos imaginar la posibilidad de un regreso, enfatiza cómo la impunidad se ha enquistado en el tiempo.
“el que volvió será siempre otro. un retornado. un espectro que se deja ver por el barrio”.
