La vida de los peces estrenada el 2010 es la cuarta película del chileno Matías Bize, tuvo una importante ruta por festivales de todo el mundo, ganadora del Goya en la categoría mejor película extranjera de habla hispana, mejor guión en el Festival internacional de cine de Huelva y mejor película de la década en el Festival de Venecia. Sin duda de las películas más importantes en la filmografía de Bize.
Ya en sus primeras películas, el director había trabajado con temporalidades narrativas bastante acotadas, un día, una noche, un carrete. Es casi como si Bize nos abriera levemente una ventana a su mente y sus emociones, en la cual solo podemos mirar por un pequeño momento. En varias entrevistas de la época Matias Bize mencionaba su interés por este tipo de narrativas, que dejan de lado todo tipo de backstory para centrarse en acontecimientos puntuales, este caso; el reencuentro con un amor del pasado.
La vida de los peces es la ventana hacia la historia de Andrés (Santiago Cabrera) quien luego de mucho tiempo viviendo en Alemania regresa a Chile para el cumpleaños de un viejo amigo, encontrándose con su pasado, con sus secretos y sus amores. Allí se encuentra con Beatriz (Blanca Lewin) una antigua polola de la cual al parecer Andrés aún está profundamente enamorado ¿es posible volver a conectar sus vidas? Sea como sea Andrés tiene la posibilidad de recordar viejas anécdotas, de volver a ser amigo de sus amigos, de solucionar problemas del pasado, de suturar heridas aún abiertas, entre otros.
El guion a cargo del reconocido guionista Julio Rojas y del mismo Bize, es el motor central de la película, el mismo director menciona lo importante que es para él crear historias desde su vida, desde sus experiencias, ya que en eso radica la capacidad de conectar con tantas personas. Andrés y Beatriz son personajes con los que se puede empatizar rápidamente, son personajes que podrían ser tus amigos o conocidos. Ahora, el título de la cinta, como cada elemento dentro de la misma nos entrega una idea muy importante. Esta metáfora de que los personajes son peces que van nadando por su propio camino, que se acentúa inclusive en la forma en la que los personajes se mueven dentro del cuadro, en este punto el lente de Bárbara Álvarez y el arte de Nicole Blanc toman un protagonismo enorme.
La fotografía de esta cinta estuvo en manos de la uruguaya Bárbara Álvarez y este es sin duda uno de los puntos más fuertes de la obra. Los lentes teleobjetivos nos ayudan a entrar de una manera increíblemente inmersiva en la vida de estos personajes, la poca profundidad de campo y el juego con las luces prácticas dan ese efecto de estar en un enorme acuario. Los movimientos de cámara no son fluidos, sino que tienden a respirar junto con los personajes, gracias a una preciosa cámara en mano, nos podemos sentir junto a ellos, flotando. Alvarez trabaja con muchos planos cerrados, esto para incrementar la cercanía con los personajes y acentuar esta idea del acuario.
La vida de los peces es posiblemente una de las mejores películas del realizador chileno, técnicamente es increíble, y emocionalmente te deja con un sabor amargo en la boca, es por sobre todas las cosas realista, no juega a los finales hollywoodenses. Su melancolía recuerda a ‘Perdidos en Tokio’ de Sofia Coppola, o a su secuela espiritual ‘Her’ de Spike Jonze. Sin embargo esta nos cautiva por su verosimilitud, su realismo puro, la construcción de cada personaje secundario nos ayuda a entender un poquito más de la vida de Andrés, nos habla de la vida de los personajes pero al mismo tiempo está hablando de cada uno de nosotros, nos recuerda esa relación, nos recuerda a ese momento en particular, a ese carrete, a ese amor.
Y es real, porque al final del día, los peces siguen su camino.
