Pasó con Gorillaz, luego Dua Lipa y ahora Bad Bunny. Nuevamente se atestó de gente en la fila virtual y la aleatoriedad de Punto Ticket nos dejó a varixs sin entradas para ver al Conejo Malo en vivo. Entre tanto, mirando Twitter, apareció ese grupito odioso de las redes sociales: “La elite de la superioridad musical”.
“Que devuélvanme a los ochenta cuando había bandas de verdad”, “que la música basura sigue dominando a las masas” y “miren cómo mis gustos musicales me dan superioridad por sobre ti”, siendo que muchas veces, esos discos de “nicho” han sido más difundido que antes gracias a internet y sin darse cuenta, siguen la lógica de rebaño que tanto critican de gente que sigue a artistas populares.
Desde mi pequeña tribuna te digo que me cago en tu supuesta superioridad musical y me cago en tus ganas de destacar cuando el mundo está concentrado en un evento que no te importa.
Algo que me he fijado desde hace unos años es que los grupos de música o conocedorxs de música, se da mucho espacio para alumbrarse sobre sus “refinados gustos” y discos prolijamente elegidos entre un catálogo ya pauteados hace años. No hay nada malo en disfrutar de un género o tipo de música, he ahí la maravilla de transitar en una industria tan variada y asequible, pero por qué seguir cerrándose en supuestos grupos que tienen la verdad sobre lo que deberían ser tus gustos.
Quieran o no, la música es una disciplina artística y por ello mucho de su impacto tiene que ver con el contexto y la subjetividad de las personas. No le quitaré merito a obras que obedecen o experimentan con parámetros estudiados y desarrollados como materia de estudio musical, pero tampoco me pararé en frente a la pantalla a evangelizar qué discos deberías escuchar y cuáles no.
Más allá del meme y la talla, creo firmemente que la música que escuchas es una parte de ti, de tu historia, y estos discursos de melómano insufrible es invalidar la esencia de una persona.
Aprovechemos que estamos en la era de la información, que los foros y grupos de conversación abundan. Escuchemos música, compartamos y tengamos la decencia de abrirnos a nuevas experiencias. Es seguro que no te gustará todo lo que escuches, es un hecho, pero como todo viaje compartido, hay sus altos y bajos, y de todo ese menjunje podemos sacar experiencias enriquecedoras.
La música es un medio de expresión precioso. Nos une por gustos similares y a la vez, nos ayuda a diferenciarnos, respetando y ensalzando la individualidad de cada unx.
Así que bájate de tu pony de superioridad intelectual y ponte a escuchar música, disfruta lxs más conocidxs y ama a lxs más under (es más, ayuda a difundir su trabajo recomendando en juntas o en redes sociales), en vez de subirte al podio de los hueones para ser el desagradable de turno, porque un “verdaderx amante de la música” no haría lo que haces tu.