Luego de pasar un día ajetreado, hacer su trabajo se hacía cada vez más difícil con las presiones
del jefe, las caídas del servicio de internet y la idea de cursar una carrera a la vez no alivianaba la
carga. Por eso decidió dormirse más temprano, al día siguiente tenía muchas cosas que hacer, necesitaba tener tiempo y energía suficiente para completarlo. A la medianoche, ya está en su cama, esperando que el sueño la reclame y le quite todo el cansancio del día. Justo cuando parece que su momento de calma ha llegado y Morfeo va a acobijarla, una voz, igualita a la suya, empieza a hablar.
— Mandaste el mail a la dirección correcta, ¿cierto? Recuerda que después puedes pasar una vergüenza explicándote y eso no es bueno.
Intenta callar la voz colocándose la sabana sobre la cabeza, pero por alguna razón la escucha más fuerte. Como si estuviese siempre ahí, a su lado. Susurrándole en el oído sus inseguridades.
— Acuérdate, — le dice la voz — cuando tenías cinco años y le dijiste mamá a otra señora en el supermercado. Bueno, esto del mail es lo mismo. Puedes haberte equivocado y, no pasa nada, salvo que te sientas mal por mucho tiempo.
Ya estaba empezando a perder la paciencia, ¿qué voy a hacer si lo mandé mal?, pensó, es pasada la medianoche. Intentó razonar consigo misma, algo que era complejo. Siempre le gustaba llevarse la contraria. Cuando pensaba en hacer algo un día, la voz aparecía y le decía “¿y si mejor no?”. La voz siempre ganaba, así era desde hace años. Desde que apareció, ya no vivió en paz. Se demoraba horas en dormir repasando todo lo malo y si le había pasado algo bueno, también se le arruinaba.
Como la voz había entendido que este juego del mail no ayudaba, comenzó a sacar su as bajo la manga. De manera extraordinaria, logra que el cerebro le recuerde una buena acción que había realizado hace unas semanas. Ella estaba esperando el metro y una señora se le acercó preguntando dónde tenía que bajarse para llegar a una dirección. Viendo que el recuerdo la relajaba y la hacía aumentar el ego porque ¡soy una buena persona! ¡Ayudo a los viejos! La voz ve su oportunidad de hablar.
— ¿Te acuerdas de la persona que te dio las gracias en el metro, luego de que le diste indicaciones? Me parecieron fingidas, como que no ayudaste mucho. Quizás se perdió por tu culpa. Ahora, aprovecho que tengo tu atención, mañana vas a ver a María, ¿verdad? Bueno, ¿y si ella tiene el virus? ¿qué pasa si mañana cuando la vayas a ver a le pisas a Spark al entrar a la casa? ¿¡Imagínate te muerde ese perro!? Yo, si fuese ella, te echo de mi casa. Ni te diría si el Spark está vacunado, te dejo con la duda. Aunque, piensa ¿qué pasa si lo vacunó, pero el veterinario mintió y no era vacuna? No, pero que negligencia. ¿deberíamos demandar a la clínica del vet?” Su corazón comienza a palpitar fuertemente con todos los escenarios que se le presentan. Pero ya está acostumbrada, desde que apareció la voz hace unos años la más mínima cosa que hacía se convertía en una película de Hollywood. Ya cansada de todo, se quita la sabana de encima y se sienta. Aburrida, con sueño, agotada de estar todo el día trabajando y estudiando. Sin contar lo que le hacía ver las noticias en la tele, que horror todo. Maldice en su mente: ¿Por qué no puedo dormir por cinco minutos? Es mucho pedir, cerebro de mierda. Toma su teléfono, sus ojos, ya acostumbrados a la oscura habitación, se cerraron instintivamente con la luz.
Lo primero que hace es notar la hora: 01:02 am. Revisa el mail, correctamente enviado y, por si acaso, le manda un mensaje a María Sorry x la hora pero Spark está vacunado contra la rabia?. Con eso bloquea el aparato, la oscuridad ahora le molestaba un poco, e intenta poder volver a su
plan habitual: dormir y recargar energías. Todas sus preocupaciones ya han sido apaciguadas. Acomoda la cabeza en la almohada, cierra los ojos y nuevamente escucha la voz
— Duerme luego, sino no podremos ser productivos. ¿Por qué sigues despierta? Mañana nos tomará más rato despertar y hacer el desayuno. Además, María va a pensar que estás loca, si eso pasa te quedas sin amigos porque desde que terminaste con… bueno tú sabes quién, ya no tienes nadie más con quien hablar.
El sueño la reclama a las 2:05 am, después de pensar en todo lo que fue mal con su ex y por qué su madre no la ha llamado en una semana. “Seguramente ya no te quiere, le dice la voz, o quizás está en la residencia sanitaria ¿qué es peor?”. Todo es malo, pero en ese instante cuando suena su alarma a las 6:30 am, nada parece ser peor que no poder dormir en paz. Cuando apaga la alarma, ve la lista de cosas que debe hacer y añade en el fondo de todo averiguar cuánto cuesta una terapia.