El movimiento social a favor de la protección al medio ambiente ha crecido rápidamente en los últimos años. Personajes como Greta Thunberg han revivido la preocupación de las personas sobre este tema y motivado a tomar acción.
Existe una compleja lucha de culpas alrededor del calentamiento global, la contaminación y la explotación de recursos naturales. Donde muchos recalcan que el peor daño que se hace al medio ambiente proviene de las grandes industrias (lo que es cierto) mientras otros reafirman la responsabilidad individual para frenar el daño irreversible que le estamos haciendo al planeta.
Ambas posturas son válidas, reales y hay argumentos para cada una, en esta carta, sin embargo, nos centraremos en la responsabilidad individual de les ciudadanos en el asunto medioambiental.
En primer lugar, las industrias, el comercio y los empresarios responden a una economía y a un mercado que se soporta en el consumo. El consumo es algo que todos practicamos, desde el empresario multinacional y multimillonario, hasta el chileno clase media, en muy distinta medida claramente. Puesto MUY básicamente (no soy economista ni experta), el mercado produce aquello que la gente compra, o sea, si un producto no se vende, desaparece del mercado.
Hay muchos ejemplos del caso anterior, sobre todo en productos como bebidas y dulces que simplemente no agradan a la gente. En este sentido, replantearnos nuestro consumo individual o familiar puede impactar en el problema medioambiental, pues si muchas personas dejan de consumir un producto, paulatinamente ese producto se dejará de producir.
Esto es especialmente importante para el problema de la contaminación y el tratamiento de los desechos domiciliarios (basura común). Nuestras costumbres de consumo se basan en el desechable, porque es más barato, más cómodo y obviamente, más fácil.
En Chile se producen alrededor de 21 toneladas de basura al día, una de las cifras per cápita más altas en Sudamérica (Sistema Nacional de Información Ambiental, 2019). Mientras tanto, en el mundo cada año se calcula 6,4 MILLONES de TONELADAS de residuos terminan en el mar (Oceana, 2020). Afectando no solo a las especies que lo habitan (ya que a muchos no parece afectarles este dato) sino también a los humanos, pues nos alimentamos de productos del mar.
Muchos estudios han comprobado la existencia de plásticos en los organismos vivos de las especies marinas, que al ingerirlas como alimentos llegan a nuestros organismos, provocando así que incluso se hayan encontrado partículas de plásticos en la placenta de las mujeres embarazadas (Enviroment International, 2020).
En fin, datos son datos, la historia es bien conocida a estas alturas, pero ¿podemos hacer algo en nuestro día a día para evitarlo? Probablemente nos hayan aconsejado que tomemos duchas más cortas, que ahorremos luz, que compremos bebidas retornables, pero estas acciones parecen más insultar a la población que motivarla a cuidar el planeta.
Lo que realmente necesitamos es interés; conocer el proceso completo sobre lo que consumimos, desde cómo se fabrica, dónde se fabrica, cómo llegó a mis manos, dónde lo compré, por qué lo necesito, cómo va a afectarme a mí al entorno el haberlo comprado, cómo lo puedo reemplazar por una mejor alternativa, qué haré una vez que lo tenga, etcétera.
Parece latero, y al principio lo es, no te voy a mentir. Pero una vez que lo asimilas en tu rutina, provoca una gran satisfacción. El nihilismo de pensar que no tiene caso esforzarse o que ya es muy tarde no aporta.
Y por último, es cierto que no todos pueden adoptar una vida cero residuos, comprando todo de segunda mano, con envase compostable, a granel, reutilizable, etc. Pero no te pongas a pensar en tu abuelita que lava la loza con el agua corriendo, tu tío que bota la basura en la calle, la señora de la pyme que entrega bolsas de plástico… Si esa no es tu situación, hazte la pregunta ¿Tú puedes? TÚ, ¿puedes evitar algunos productos innecesarios? ¿Puedes buscar un mejor envoltorio? ¿puedes reciclar? ¿puedes reducir tus residuos? ¿Puedes investigar y crear tus propios métodos? ¿Tus amigos podrían? Si la respuesta es sí, es que tienes ese privilegio, pero además de ser un privilegio, es una responsabilidad.
Tips prácticos para el día a día:
Basémonos en la regla de las 4 R, Rechaza, Reduce, Reutiliza, Recicla. ¡EN ESE ORDEN!
- Antes de cualquier cosa pregúntate ¿realmente lo necesito? Si la respuesta es no: Rechaza. Plásticos de un uso y cosas realmente innecesarias r(bolsas, bombillas, envoltorios extra, etc).
- Reduce tus residuos, lleva siempre reutilizables en tu mochila/bolso para evitar comprar cosas como agua/bebida o que te entreguen cubiertos/palillos/bombillas en un lugar para comer.
- Reutiliza lo más posible, esto sugiere dejar la lógica consumista, prefiere siempre arreglar lo que tienes a comprar un producto nuevo. Esto aplica a la ropa, los zapatos, los electrodomésticos, etc. También entra en esta categoría comprar cosas de segunda mano, pues le estás dando una nueva vida a algo que alguien más ya no necesita, evitando así el proceso industrial que manufacturar un nuevo producto y el impacto ambiental que eso produce.
- Finalmente, lo más difícil, y por lo tanto, lo último que deberías preferir: Reciclar. En Chile hay una muy mala conciencia de reciclaje, y no es solo culpa de la gente si no del Estado en general. El acceso es limitado e incluso si encuentras una municipalidad que recoja reciclaje muy pocas saben cómo es el proceso de valorización y menos cómo enseñar a la gente a reciclar, que no es llegar y separar por material.
Por lo tanto, el consejo aquí es infórmate; de esta manera podemos exigir nuestros derechos ambientales y que el Estado se vea en obligación de mejorar en esta materia.
El cambio siempre nace de uno y en las mejores ocasiones, termina en millones.
@vinubiani