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Copia feliz del Edén

Quiero que, quién esté leyendo, se tome un minuto y visualice al país Chile como un sujeto. Póngale cara, ropita y una voz. ¿Está lista la visualización? Espero que sí, porque Chile le está llamando por Zoom. Chilito es tu mejor amigo, desde que nació ha estado ahí para ti, aunque ya no se hablan mucho, no se llevan muy bien (porque Chile ha estado interesado en otras cosas, como el extranjero o los barrios altos) aún sientes cierto afecto. Quieres ayudar a Chile porque está en problemas. Chile tiene dramón gigantesco, no sabe si ser fiel a sí mismo e intentar cambiar o dejarlo todo igual, como lo ha estado durante AÑOS. 

Una vez iniciada la llamada, Chile comienza a contarte la historia de su vida, sabe que parte antes de 1536, pero no tiene muchos recuerdos. Son como flashbacks de artesanía, de paseos en canoa, de pesca, de comercio con Incas, de rituales, de matar lobos marinos, de caminar por la arena (de la playa o el desierto), el pasto y la nieve de igual manera, sin zapatos. Hasta que de repente en 1536 todo parece tomar forma, parte con unos gritos, unos tiros, unos caballos. Y así comienza a contarte que le robaron, fue usado de mil maneras y terminó perdiendo mucho. Apenas se acuerda de lo que era una canoa, de lo que significaba pintar greda o hacer rituales agradeciéndole a la naturaleza. Desde ese entonces lo adoptó España.

Filo, Chile dice que igual lo superó (o eso cree, porque cuando te contaba no sonaba convencido) y pasado pisado no más. Aunque al tiro viene otro drama. Estos cabros, millonarios, intelectuales y guerreros, que se denominaban patriotas. “Te morí lo bacanes que eran, todos a caballo, todos sabían inglés, era otra cosa”, te dice Chile. En su casa, todos eran realistas. “Nombre pa fome, ni que los otros fuesen imaginarios”, te dice. Se unió a los patriotas y todo se derrumbó. En su casa le decían que iban a usarlo, que ellos eran sus verdaderos amigos. Los patriotas le decían que no escuchara a sus viejos, que vivían en el pasado. Al final, sus amigos y su familia se pelearon. Fue bélico, sùperduro. Otro trauma pal psicólogo. Ganaron los patriotas, les costó, pero ganaron. Chile nunca más supo de los realistas ni quería saber. La vida siguió y todo relativamente bien. 

Pucha, sí. Es verdad que igual se volvió a traumar en 1891, en 1927 y para que decir en 1973, todavía no sabe si disparó o le dispararon. Se siente culpable, a veces tiene pesadillas. A veces le da lo mismo. Otras veces, lo revive una y otra vez de manera vívida en diferentes perspectivas. El 88’ como que se desató. Dijo que ya no quería vivir con miedo y partió a vivir su vida. Para el 90’ estaba libre y listo para dominar al mundo con su nueva actitud… pero nada cambió. Pensó que decidiendo avanzar sería suficiente. No lo fue y no sabe bien en qué falló.  

Chile siempre se ha creído superior y es gracioso: “Me dicen la copia feliz del Edén po, cacha esa”. Tiene carisma, potencial. Pero tiene muchos problemas. El otro día quería comprarse pan y se dio cuenta que había gastado todo en mascarillas. Está bien porque hay pandemia, aunque cero prioridades. “Sino comes, de que te sirve la mascarilla, ahue…” le dices. 

Por esa historia, te preguntas cómo Chile ha sobrevivido desde octubre hasta ahora, con lo sensible que es. Te dice que octubre fue difícil, se metió en las marchas. Casi le disparan en una, por eso dejó de ir porque le dio miedo. Otro trauma, ¿tal vez? La pandemia le vino bien porque así podía relajarse. Aunque Chile no consigue mucho descanso, entre tanto trauma e intento de superación. Chile no se haya, no se encuentra, no está bien y por eso a veces se anima un poco a preguntarle a otros amigos, de aquí o de afuera, de barrios altos o bajos, de todos los géneros: “¿qué creí que puedo hacer?”. Todos le dicen cosas diferentes. Algunos consejos ayudan un poco y otros agravan sus dudas. 

Hoy tocó que te preguntara a ti. Tú quieres ayudar a Chile así que piensas decirle que es media tóxica su relación con el resto y consigo mismo. Que abra los ojos, haga lo que es mejor para él. Que vea cuál de sus amigos le ayuda más. Que se acuerde que no porque los conozca hace años, ellos lo conocen… Pero NO lo haces. Porque quizás sale peor, puede enojarse, puede no gustarle o puede gustarle el consejo y hacer algo que a otros les moleste y reaccionen mal. O en contra tuya. ¡Uno nunca sabe! Por eso, mientras Chile está descargando sus problemas contigo decides qué decir. Le haces un gesto con tu mano para que pare de hablar y te escuche. Él se detiene y tu comienzas a hablar, le dices lo que crees que es mejor… pero tu discurso no obtiene respuesta. No te interrumpe nunca, cosa muy rara, ahí te das cuenta de que la conexión a internet ha fallado. Sientes rabia y pena porque tu discurso fue súper épico, le dijiste todo lo que querías. Intentas tomar tu teléfono y decirle que se te fue el internet, que perdón y lo típico que se dice cuando el internet falla y se está en medio de algo importante. Comienzas a escribir esas disculpas, pero te detienes. Borras todo y, en su lugar le escribes, «se me fue el internet, sorry. Te llamaría de nuevo, pero quizás todo sigue inestable. ¿Te tinca juntarte el 25?»

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