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“Yo aprendí a pintar cuando mi abuelita empezó a perder la memoria”: El acto de perpetuar la memoria

“Yo aprendí a pintar cuando mi abuelita empezó a perder la memoria”: El acto de perpetuar la memoria

Por Francisco Reyes Ahumada

“Yo aprendí a pintar cuando mi abuelita empezó a perder la memoria”: El acto de perpetuar la memoria

Por Francisco Reyes Ahumada

La masacre de Napalpí (Chaco, Argentina) sembró dolor y terror en el pueblo Qom, dejando al descubierto una violencia sistemática contra alrededor de 400 personas que, según el Estado argentino en 1924, debían ser «educadas».

A través de las manos y la interpretación de Fiorella Anahí Gómez, artista de la nación Qom, la exposición revela las voces desgarradas y, sobre todo, plasma la memoria de su abuela. La muestra, vigente en la sala Chile del Museo Nacional de Bellas Artes, presenta el trabajo de la autora que narra mediante el arte la masacre de 1924.

El arte como disciplina unificadora, de memoria y resistencia queda plasmado en «Yo empecé a pintar cuando mi abuelita empezó a perder la memoria». A través de pinturas, dibujos, registros audiovisuales y fotográficos, se configura un espacio que funciona como núcleo de cuidado y, a la vez, como trinchera.

La nación Qom, también conocida como «tobas», es un pueblo indígena originario del Gran Chaco, región que abarca partes de Argentina, Paraguay, Bolivia y Brasil. Su historia, cultura y resistencia los definen como una comunidad con identidad propia y una lucha constante por el reconocimiento de sus derechos.

El 19 de julio de 1924 ocurrió la masacre de Napalpí (actual Colonia Aborigen, Chaco), donde más de 400 indígenas Qom y Moqoit fueron asesinados por fuerzas policiales, terratenientes y civiles bajo órdenes del gobernador Fernando Centeno.

Un grupo de 130 hombres armados, apoyados por un avión que arrojó comida como señuelo, disparó más de 5.000 balas durante 45 minutos. Los sobrevivientes fueron perseguidos y mutilados (se extrajeron orejas y testículos como «trofeos») para luego ser enterrados en fosas comunes.

Mediante distintas técnicas, con la colaboración de Camila Barcellone y Paola Ferraris, se construye un registro histórico del pueblo y la masacre. ¿Por qué importa retratar estas historias?, preguntarán los desinformados. Primero, por respeto a las víctimas de la inhumanidad; segundo, porque olvidar implica el riesgo de repetir la misma tragedia.

El caso del pueblo Qom no es excepcional en Latinoamérica. Bajo el pretexto de «educar» —un eufemismo que oculta desprecio por la otredad—, comunidades enteras han enfrentado supuestas «limpiezas étnicas», motivadas por intereses comerciales y extractivistas.

El proyecto de Fiorella crea una atmósfera reflexiva y cruda, sin descuidar la importancia de mantener vivas las voces del pasado, especialmente las de quienes más amamos, sin opacar el horror de la masacre que marca la historia familiar del pueblo Qom.

Las imágenes más impactantes convergen en un gigantesco lienzo que clama «MATARON A TODAS NUESTRAS ABUELAS», acompañado de registros fotográficos del pueblo Qom con frases que retratan el horror y su percepción frente a los gobiernos de turno.

Fiorella comenzó a pintar su historia familiar cuando su abuela Matilde le relató las tragedias de sus raíces, consciente de que perdía la memoria. 

Mi abuela también fue perdiendo la memoria de un día para otro. A diferencia de Matilde, no carga con una historia de masacre, pero sé que sufrió por su sexo y por su contexto histórico. Era la persona que más amaba en mi vida y ahora mirando hacia atrás, lamento no haber rescatado mucho más de su memoria. Además de su alto valor histórico y de resistencia, agradezco a Fiorella por enseñarme una lección que debí aprender hace tiempo.

Rescatar y plasmar a través del arte, o en cualquier otra plataforma, es mantener un legado. Es una forma de evitar que personas y hechos se diluyan en la niebla del olvido. Mientras permanezcan en los recuerdos y obras, sus historias seguirán trascendiendo a pesar del incansable paso del tiempo.

Francisco Reyes

Periodista. Nace en Isla de Maipo en 1997. Trabajó en Revista Artishock, Fundación Santiago OFF y Los Ojos de Chile. Actualmente colaborador de Diversas y encargado de prensa de La Trama Compañía.
Ganó la convocatoria de "Perfeccionamiento artístico de Balmaceda Arte y Joven y mención honorifica en los Premios de Periodismo de Excelencia 2019.
freyes@diversas.cl

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