Antes de comenzar la lectura de Balas de Medianoche, me quedé con la idea de qué sería algo similar a Sword Art Online que no es nada más que una historia de un chico que mediante una rara tecnología, puede integrarse a un mundo virtual casi en cuerpo y alma. Sin embargo, al leer Balas de Medianoche, pude dar cuenta de un punto de vista diferente y emotivo tras las palabras de F. Ignacio Quevedo, su autor, un aficionado a los videojuegos que descubrió un camino en la literatura para decir: sí se puede.
La historia, en resumen, es sobre una chiquilla llamada Rena, quién empieza su aventura desde casa, luchando y armándose de ingenio para conseguir de una vez por todas la nueva consola. Al lograrlo, se involucra en una serie de desafíos que la llevan a formarse como jugadora excepcional, así también como persona. Es curiosa la cercanía que sentí con el personaje tan solo al tener un nombre similar al mío. Es algo así como si el personaje me estuviera queriendo decir que las oraciones que constituían el libro tenían un mensaje personal para mí. Es por eso que no se me dificultó encontrar tres puntos claves en la totalidad de la primera parte de Balas de Medianoche:
La humanidad está presente como tema a lo largo de todo el texto, pues Rena debe enfrentarse en diversas situaciones con máquinas que le ayudarán a seguir adelante en el juego, pero a cambio de situaciones que, si no fueran por sus actitudes tan humanas y cercanas con la protagonista, no nos dolerían. Quevedo logra crear este imaginario en donde máquinas también sienten, tienen temores y deseos. ¿Los sentimientos son solo una característica del ser humano?
La lealtad aparece en cada ocasión en dónde se enfrenta un desafío junto a un compañero. Rena tiene una hermosa capacidad de decidir por sobre ella, en son de sus pares. Aquello es un fuerte motor para el personaje, para su destino, y probablemente para lo que continúa tras el término de la primera parte. La persistencia y el ingenio hacen a Rena un personaje tan cercano, tierno y genuino.
Frustración es lo que no existe dentro del libro. Rena es la viva encarnación del joven con energía, con entusiasmo y pasión por lo que adora y desea. No se rinde, incluso cuándo todo pareciera no estar a su favor. La muerte está ahí muy cerca de ella constantemente, para sí misma y para sus compañeros, pero aquello solo funciona como un impulso para salir adelante.
He de añadir que, además del buen trabajo de la editorial, el libro está en perfectas condiciones. La portada es un perfecto reflejo de la historia y la redacción es exquisita al momento de leer. Pero, volviendo a lo anterior, debo decir que estos tres puntos ya mencionados, son lo que hacen a Balas de Medianoche un libro ideal para los adolescentes que están aún descubriendo su destino. O bien para todo tipo de personas que buscan sumirse en un mundo en dónde todo es posible, en dónde los buenos no son más victoriosos que los malos, en dónde los gatos pueden ser azules, en dónde una bala puede significar tanto como la muerte, cómo la vida. Una historia que, en definitiva, te invita a re-pensar sobre la realidad.