A través de las manos de su abuela, mientras la observaba enhebrar la aguja, Anika Leila (@anikaleila) descubrió, por primera vez, el arte de la creación. Durante su infancia, pasaba largas horas en casa de su abuela, viéndola confeccionar ropa para su comunidad, lo que le permitió familiarizarse desde muy temprana edad con distintos tipos de prendas, estilos de costura y técnicas de bordado. Esta experiencia definiría su camino artístico.
Nacida en Londres, Reino Unido, y con raíces punjabí-indias, creció en un entorno seguro y familiar que le permitió aventurarse en el arte. Sus mayores inspiraciones provienen de allí, especialmente las técnicas tradicionales como la costura a mano. Sin embargo, no fue hasta su etapa universitaria, cuando comenzó a experimentar con las artes visuales y encontró en un material poco común su identidad artística: el maquillaje.
“Entre 2015 y 2016 recibí muchos productos de maquillaje como regalo de familiares y amigos, pero en ese entonces casi no usaba maquillaje. Con el tiempo, acumulé tanto que comenzó a caducar. Desde pequeña me enseñaron a ser consciente del impacto ambiental y a cuidar mis hábitos de consumo, reutilización y reciclaje. En lugar de botarlo, decidí experimentar con él en mis ilustraciones de moda cuando postulé a la universidad (en ese momento, lo usaba sobre papel). Luego, a medida que exploré distintas técnicas y materiales, comencé a aplicarlo sobre tela y a investigar cómo hacerlo más duradero para su uso en prendas de vestir.” Nos comenta.


Su arte se distingue por personajes de rostros hinchados que miran —o no— desde el lienzo, con colores intensos y una técnica difuminada. Considera sus obras como un diario donde documenta sus emociones; cada pieza es un autorretrato que captura momentos significativos de su vida, como un final de un mes, una semana o una experiencia en particular. «Soy muy sentimental y me gusta recordarlo todo: cada emoción, sea buena o mala. Creo que esta sensibilidad es una parte hermosa de ser una joven en Londres, viviendo mis 20”
Estos seres no se limitan a habitar solo los lienzos; también cobran vida en las prendas que ella misma confecciona. Fiel a sus raíces, encuentra inspiración en los colores y las narrativas de su herencia. Un ejemplo de ello son sus vestidos, creados a partir de una gran pieza de tela, evocando la esencia de un sari.


El proceso creativo para las pinturas y el diseño de ropa se basan en la improvisación: “la mayoría de mis piezas se crean de forma improvisada, sin una planificación estricta, por lo que todas son únicas. Sí utilizó algunas técnicas que he probado en el pasado y que considero exitosas, pero sigo explorando hasta dónde puedo llevar este concepto.”


Anika explora el arte como una extensión de sí misma, tanto de sus tradiciones, como sus experiencias y sentires. Crea su propio espacio de exploración y experimentación donde cada pieza es un pedazo de ella misma. Su trabajo es el resultado de cuestionar los diferentes límites que tiene la pintura y la moda, cuestionando el significado de los materiales y su impacto en el medio ambiente.
‘El arte es mi manera de recordar quién soy y quién he sido’, concluye.
puedes revisar su trabajo en: