Escribir sobre pedagogía es complejo. Hay muchas aristas que están en constante cambio, se cruzan y se separan mil veces los distintos ámbitos que rodea la educación, sobre todo cuando se busca entenderla. El aula es viva. Cambia, se transforma, muta con cada bloque de clase. Es por esto, que para avanzar en discusiones que involucran el sistema educativo es necesario entender la premisa de que el debate es la herramienta enriquecedora de toda sociedad. Por medio del diálogo y el intercambio de ideas es que hemos podido avanzar como sociedad en varios aspectos, y, aunque parezca difícil, nos llevará a encontrar soluciones para las problemáticas que están presentes hoy en Chile … si tenemos la disposición obviamente.
Pasando al tema de hoy, es curioso que la primera vez que leí del tema fue en mi celular, el famoso proyecto de ley que busca prohíbir el uso de celulares en las salas de clase de los establecimientos de educación parvularia y básica.
Sonido dramático.
La medida es impactante, pero la verdad es que en los colegios existe una lucha constante (entre muchas otras) para nosotros los profesores poder quitarles los teléfonos a los estudiantes durante las clases, aún si tenemos motivos de peso para ello. Entre los cuales se encuentran: masificación de respuestas pruebas (o fotos de ellas), fotos y ridiculización de docentes, Cyberbullying, fotos en medio de la clase al grupito del otro lado de la sala y el escándalo que se provoca obligando a los estudiantes a borrar las fotos que tomaron de sus compañero/as explicándoles la falta de ello; incluso me tocó varias veces mi minuto de fama al aparecer en los “en vivo” de instagram de mis estudiantes, perdiendo tiempo al hacerlos cortar el live. Existe un pequeño gran monstruo bajo la sombra del uso de los celulares y es algo que está quedando aislado de la discusión sobre los teléfonos, no es solo que distraen, sino que los usan de forma negativa. Al respecto hay varios puntos que tocar de los cuales abordaremos de forma breve a continuación.
El uso del teléfono está comprobado que trae más efectos negativos que positivos dentro del aula, ya que distrae a los estudiantes. La conversación no debe girar en torno a si está bien que hayan sacado el proyecto de ley, es cómo vamos a afrontar como sociedad SOCIEDAD el gran problema que se crea cuando los estudiantes no han sido educados para el uso de dispositivos electrónicos.
Primeramente, cuando los estudiantes más pequeños llevan su teléfono al establecimiento, no existe previamente una completa educación en torno a él mismo, son muy pocas las familias que crean un hábito de uso del dispositivo y por lo general no hay mayor vigilancia al respecto, algo que lamentablemente he visto mucho. No voy a ponerme a hablar sobre la educación que cada quien les da a sus hijos, porque no corresponde, el punto es dar a entender que la enseñanza repercute en el aula y por ello es necesario que las familias se involucren de forma más consciente en el proceso, no delegar todo al establecimiento educacional. Porque SÍ somos profesionales y especialistas en educación, pero no en crianza, y es algo que no nos corresponde.
Al no existir educación en torno a las repercusiones del uso del teléfono y la poca responsabilidad, gatilla en que se vuelve una herramienta negativa incluso hasta violenta en el entorno educativo, potenciando y dando pie a situaciones terribles para niños de menos de 13 años, como por ejemplo:
“Profe, el Juanito me saco fotos”
“profe, que la Andrea me saco fotos en el camerino”
“Profe, María se sacó fotos debajo de la falda y se las mandó a tal”
“Profe, Pepito está debajo de la escalera sacando fotos”
“Profe, Pedrito tiene porno en el teléfono”
“Profe, tengo el video de la pelea en el baño”
“Profe ¿quiere ver como degollaron a un hombre?”
“Profe ¿vió cómo quedó la persona que quedó atrapada en el bus? tengo el video”
*Nombres ficticios seleccionados para ilustrar algunas situaciones vividas en establecimientos, ya sea el mío o de colegas cercanos.
Estas situaciones que ocurren dentro del aula o el establecimiento pero tienen como motor el mundo digital – donde todo es público y se viraliza a gran velocidad – queda fuera de lo que somos capaces de mediar. El celular si bien es una herramienta útil en nuestro día a día la masificación y el uso a más temprana edad abrieron posibilidades para dañar a otros. Esta nueva problemática, ligada a la violencia y a la falta de respeto que se nos tiene a los docentes como autoridad en el aula, ha desencadenado en situaciones terribles como las que se describen anteriormente. Debemos proteger a los estudiantes, no sobreproteger a los niños, por ende, y como en muchos establecimientos se intenta implementar, la familia es el pilar de esto, hay que recalcar la importancia de que enseñen a sus hijos la responsabilidad que conlleva tener redes sociales, lo que uno sube y las consecuencias que implica tanto para él como para el resto. El establecimiento obviamente puede tocar estos temas desde lo disciplinar, pero siempre como apoyo a la enseñanza de los padres, no como reemplazo.
Uno de los comentarios que más vi es que los celulares no debían prohibirse sino enseñarse a usar. Algo totalmente cierto si se tiene en cuenta que hoy en día estamos en un mundo digitalizado y que debemos potenciar las habilidades de estos “nativos de la tecnología”, que muchas veces no saben encontrar o usar la calculadora pero hacen unas transiciones maravillosas en TikTok, un talento que no poseo.
El uso de los dispositivos electrónicos se masificaron y crecieron más rápido de lo que pudimos intervenir como establecimientos educacionales (con una pandemia potenciadora en media donde fue el boom de Tik Tok), el contenido rápido, versátil, trends, videos de 15 segundos fueron el día a día de muchos que luchábamos contra la angustia del encierro, que afectó de forma muy distinta a las mentes en pleno desarrollo. Repercutió en la dificultad para mantener la atención en un foco por más de 30 segundos y a aburrirse rápido de algo. Por ende, cuando la clase está aburrida, saco mi teléfono y tengo entretención en 15 segundos…
Nuevamente, reitero la intención de un debate, de compartir perspectivas y experiencias para mejorar la educación paso a paso. Más que encontrar la razón definitiva para prohibir los celulares, es visibilizar el monstruo en la sombra de su mal uso y cómo combatirla. De momento mi opinión es sacar los dispositivos del aula para poder regular y crear protocolos adecuados para la enseñanza del uso responsable y la implicancia de los padres en su uso más consciente. Pongamos el tema sobre la mesa por muy incómodo que sea y ayudemos a los establecimientos educacionales, aquí “todos los monitos bailan”, la enseñanza de nuestros niños es algo que nos compete a todos y por ende hay que dejar de ligar todo a los expertos y comenzar a conversar de lo que puede hacer cada uno al respecto.