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Tatuajes, ternura y suavidad: el mundo de Kizsu Tattoo Club

Distanciándose de la imagen de la comunidad tatuadora como un entorno rudo e intimidante, Kizsu Tattoo Club busca “convertir la experiencia del tatuaje en algo cómodo, amable y contenedor” y ser un espacio seguro y libre de discriminación para personas LGBTIQ+ y, también, para neurodivergentes.

Este artículo es, por categorizar de cierta manera, tanto una reseña como un reportaje acerca de un nuevo estudio de tatuajes de la comuna de Providencia que llama la atención, no solo por el talento de sus tatuadores, sino que por su misión y razón de ser: su enfoque directo a las comunidades neurodiversas y LGBTIQ+.

De primeras, dos cosas que destacan de Kizsu son su nombre y su logo —una representación de Nekomata, un gato/espíritu del folclore japonés—, ambos intrínsecamente relacionados a la cultura japonesa y que apuntan, claramente, a un público con intereses en el anime —si en su momento hubo un boom de metaleros y rockeros rudos tatuados, lo que la está llevando hoy son los otakus con tinta en la piel—. 

Todo tiene razón de ser y Reid Galú, tatuadore del estudio y parte de su equipo de redes sociales, explica que “Kizsu hace alusión al juego de palabras Kizu (herida en japonés) y Kiss (beso en inglés) con las que queríamos transmitir a les clientes que este es un espacio en donde su vulnerabilidad será protegida. Por otro lado, nuestra mascota, Nekomata, viene a mostrarnos, junto a esta forma simétrica de dos colas, la dualidad de lo lindo y lo doloroso, ternura y rudeza”.

Ryuu Tattoo (@ryuu.tattoo) en el estudio Kizsu

Fran Arellano —alias Sainfar Tattu—, quien hoy administra el estudio, comenta que todo nació a partir de la reestructuración de lo que en su momento era Kewpie Club: “Cuando se fue el antiguo administrador del estudio decidimos establecernos como un proyecto totalmente colectivo en el que todes pudiéramos definir el rumbo de lo que hoy es Kizsu”, comenta, “siempre existió la intención de ser un espacio seguro para personas neurodivergentes y disidencias sexo-genéricas, pero con esta reestructuración quisimos darle un mayor énfasis y transformarlo en una de nuestras misiones como equipo”.

“Parte de los protocolos que establecimos en Kizsu para funcionar como un espacio seguro”, explica Sainfar, “es siempre preguntar el nombre social y los pronombres a nuestros clientes. Tenemos bastantes clientes trans y para nosotres es importante no mal generalizar sus identidades y, obviamente, respetar sus orientaciones sexuales y expresiones de género es algo intransable, tenemos cero tolerancia a la discriminación tanto hacia nuestros clientes como a nuestros tatuadores”.

Además, comentan, siempre está la posibilidad de conversar sobre adecuaciones del espacio para cuidar la integridad y la comodidad de clientes neurodivergentes durante sus sesiones. “Entendemos que el tatuaje puede ser abrumador sensorialmente, por esto nos esforzamos en hacer de la experiencia lo menos invasiva posible y ser flexibles con los requerimientos que puedan tener les clientes”, indica Sainfar. 

Entonces, cuentan, se hizo un esfuerzo no solo por remodelar la imagen mediática del estudio, buscando acercarse de forma amistosa al público y proyectar sus nuevos y definidos valores LGBTIQ+-friendly, sino que también era momento de renovar el espacio: “Como personas disidentes y neurodivergentes es muy importante saber que existe un lugar en el mundo en el que podemos refugiarnos y expresarnos de una forma genuina para el mundo a través de nuestro arte y nuestro espacio laboral”, explica Reid, “coincide de la misma forma que, independiente de los gustos individuales, convergemos en una esencia de ternura y suavidad, lo que nos conecta con nuestras infancias y también con todo aquello que nos hace sentir en un lugar seguro”.

Así, la experiencia Kizsu Tattoo Club parte desde la vista. Llegar a una cita en el estudio es ser recibido por peluches tiernos, pequeñas figuritas y, también, los clásicos bebés “kewpie” —vestigios de la vida pasada del estudio—, pero lo más lindo de ver es el espacio de cada tatuador: paredes decoradas con prints y fotos de sus gustos personales, además de diseños disponibles o stencils de los que ya tatuaron.

Una de las acciones que han impulsado para promocionar el nombre del estudio a través de redes sociales es la generación de memes en formato reel, los que permitieron a Kizsu romper rápidamente la barrera de los diez mil seguidores con tan solo unos meses de vida. “Si bien teníamos pensado generar un impacto a través del humor, mostrando situaciones exageradas de cosas que a más de algune nos han sucedido, no pensábamos que iba a ser tan rápido y que tuviera tan buena recepción”, confiesa Reid, quien considera que no podrían haberse dado a conocer de otra forma: “No somos personas serias que te van a tatuar y hacer sentir que somos dioses, estamos aquí para hacerles sentir a las personas que son parte de lo que estamos creando y que vamos a recibirles de la forma más hospitalaria y acogedora porque es lo que nos gustaría recibir también”.

Actualmente, Kizsu está conformado por ocho tatuadores fijos, cada une especializade en diferentes técnicas, estilos y temáticas

Puedes conocer más sobre el estudio siguiéndoles en redes sociales: https://www.instagram.com/kizsutattooclub/ y, también, visitando su página web: www.kizsutattooclub.cl 

Alexander Castillo

Periodista de la Universidad Alberto Hurtado. Entusiasta de la música chilena y del periodismo musical. Colaborador durante la pandemia en LaRata.cl, escritor de reseñas musicales e integrante del departamento de Comunicaciones de Balmaceda Arte Joven.

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