Algo que echo en falta en las sesiones de Bizarrap y otras instancias de música “urbana” (término que sigue estando en debate) es la ausencia de mujeres, y no me pueden decir que no hay exponentes, sobre todo si hablamos de Latinoamérica.
Por eso fue un gustazo toparme con el lanzamiento de Sara Hebe, Sucia Estrella, con participaciones de artistas como Anita Tijoux y Sassygirl.
Sara Hebe Merino, nacida un 9 de julio de 1983 en Tulew, Argentina, comenzó a dar sus primeros pasos en la música en 2007. Luego de transitar entre el teatro y la danza, comienza a explorar de forma autodidacta en el hip hop.
El 2009 lanza su debut, La Hija del Loco, mostrando desde un inicio sus tintes políticos en la lírica, aunque con trabajos posteriores como Puentero o Colectivo vacío, iría marcando aún más su estilo característico.
En su pasado disco, Politicalpari, va tomando prestados elementos poperos y de la cumbia villera, tan característica las villas miseria de Argentina. El último paso en este sincretismo de géneros llega con Sucia Estrella, que navega fluidamente entre pop rap, el tech house y el neoperreo.
Y el resultado es potente.
Catorce canciones que nutren un larga duración de unos 38 minutos, donde los beats y el ritmo nunca pierden la chispa de Hebe, que te agarra y no te soltará hasta que el disco deje de sonar. Letras y rimas que esculpen coros, mezclando esta sensación de fiesta, de política y empoderamiento, sin llegar a desentonar.
Sara se define así misma como una artista feminista, y a la hora de demostrarlo con acciones, lo aborda completamente. Puras wachas es la introducción perfecta para esta obra porque, como dije con Nathy Peluso, es tu declaración de intenciones y tu invitación para que el público escuche y se haga una idea de tu disco.
De todo el repertorio destaco tres canciones porque muestran en líneas generales las facetas más potentes de Sucia Estrella:
México es una tonada pegadiza, proyectando la imagen de jefa, lo tiene bajo control, abierta a una relación, pero “sin anillo”. El tech house de base, de un ritmo simple pero muy agradable al oído, generando esta sensación de serenidad y control que nos narra la artista.
Almacén de datos quiebra la construcción del beat y trae a la legendaria Anita Tijoux. En la canción las artistas se debaten el exceso de marketing, fama y capitalización en torno a la música, generando inseguridad en la cantante sobre su trabajo. En la era de la información que vivimos, ¿es más importante la calidad de la obra o el branding que rodea al proyecto y lo hace llegar más lejos? Una muestra de las problemáticas actuales en la industria contemporánea.
Para cerrar -aunque no es la última canción- La Bronca. Por la cresta que amo La Bronca.
Parte suave, casi temeroso y luego “salta la bronca…” y se larga de a poquito, tomando fuerza. Las rimas brillan con su corte feminista y Flow que no pierde la chispa, va acrecentando más y más con cada capa que va agregando mientras corren los segundos. Hasta el quiebre. Una mezcla densa entre tecno y hip hop hardcore, sacude tu cuerpo por la dosis de rabia que corea:
“Encima me dice que no somos eso / Que no somos nadie, que no somo’ aquello / Que él es el que manda y nosotros plebeyos / Se siente Patricio, el Rey de los Necios / Aparte reparte solo para ellos / Un grupo selecto, una secta de insectos” (La Bronca, Sara Hebe).
Cada fibra te pide gritar a todo pulmón “Salta la bronca, siguen protestando” y unirte a la multitud que se caga en el Rey de los Necios.
Espero de corazón que Sara siga trabajando bajo esta línea, porque nos demuestra una guía maravillosa a la hora de crear y experimentar con la música.