Nacida en Chaco, y actualmente residiendo en San Carlos de Bariloche, Argentina, Valeria es arquitecta con orientación en Bioconstrucción, fotógrafa especializada en procesos alternativos y practicante de yoga hace 10 años.
Actualmente es artista de Almacén arte contemporáneo y trabaja en la curaduría de ¿Qué otras historias podemos contar? Una investigación colectiva internacional.
Valeria relata a través de sus obras procesos implacables de la naturaleza y el tiempo. Invita a contemplar la mutación, el movimiento lento, el más imperceptible, el constante movimiento del universo en su pulsión de vida. Habla del paso del tiempo como fuerza de vida y crecimiento, revalorizando los ciclos naturales, militando el cuidado de la naturaleza y el hecho de volver a autopercibirnos como uno. Trabaja el retrato fotográfico en la alquimia de los elementos; como el agua, la tierra o la acción del sol; donde en cada obra el relato va tomando diferentes complejidades.
¿Qué le aporta a tu obra el hecho de trabajar con «productos» naturales?
Fue una decisión que devino en el proceso de los años de mi trabajo, ya que inicialmente me incliné por procesos fotográficos químicos, me interesaba la protofotografía como investigación y campo de descubrimiento.
Hoy siento un compromiso ético y poético, ya que como artista puedo trabajar con los materiales que elija y trasmitir con ellos algunas de mis posturas. Elijo materiales orgánicos extraídos de manera respetuosa y responsable del entorno que habito; materiales de descarte de la industria, como restos de madereras; o productos realizados artesanamente.
«En cada obra sumo relatos diferentes sobre mi postura ante los recursos que utilizamos. Me gusta hablar de “Semillas de Urucú”, un proyecto que cuenta con más de 60 obras fotográficas efímeras. Obtengo un tinte natural con las semillas de la planta Urucú, que me aporta además de un color único la posibilidad de hablar sobre la planta Urucú, sus propiedades tanto medicinales, alimenticias como ancestrales, ya que fue usada en todo el territorio sudamericano, hasta el norte argentino y chileno por las comunidades aborígenes como alimento y como un color importante en sus rituales para pintar el cuerpo. La misma se encuentra en nuestro territorio y solemos ignorar su presencia.»
¿Cómo se vio afectada tu obra por el traslado territorial?
Emigrar del norte argentino al sur me enriqueció muchísimo, habitar un territorio tan diferente con una naturaleza tan abrumadora como lo es la Patagonia Argentina está generando grandes cambios.
En principio quiero contarte sobre obras que estoy trabajando actualmente; se tratan de instalaciones de sitio específico que serán instaladas en la naturaleza, becada por el Fondo Nacional de las Artes Argentina, la muestra se llama “El agua moverse” y se compone de fotografías objetuales, son retratos fotográficos transferidos a piezas de madera que serán instalados en el predio de la Residencia de arte MONTE.
No solo se vio afectada la escala, también hay nuevas plantas, colores y reflexiones, en Patagonia argentina siento que la naturaleza todo el tiempo está haciendo grandes manifestaciones para contarte algo o mostrarte cómo cambia a cada minuto maravillosamente, como un cuento de Estudio Ghilbi o una relato de Henry David Thoreau; están siendo mis referencias en este momento. Algo muy importante es la interrelación como especies está muy marcada y todavía no sé cuán hondo cale mi vivencia aquí, pero esto recién comienza.
¿Qué elementos de la arquitectura ves reflejado en tu hacer artístico?
Muchos, aunque me costó reconocerlo. Puedo mencionar la LUZ es algo que me fascina y atraviesa ambas disciplinas; de donde deviene la espacialidad como quinta dimensión donde no solo juegan los elementos objetuales y visibles sino el tiempo en que uno lo recorre. Juegan la luz y ese movimiento para ir configurando lo que como arquitectos podemos llamar la quinta dimensión. Peter Zumthor es un autor que me inspira mucho y lo tengo de referencia en mis trabajos actuales, en su texto AtmósferasAtmosferas. La arquitectura como arte me parece una maravilla y por momentos me da mucha pena que habitemos de maneras tan poco respetuosas con el ser, la construcción del hábitat hoy en día se volvió funcional a intereses inmobiliarios más que habitacional y de disfrute. También podríamos vivir en casas de materiales más respetuosos con nuestro entorno, este es un camino que como sociedad en los próximos años tendremos que reevaluarlo fuertemente.
¿Cómo imaginás tu obra dentro de diez años?
Me encantaría poder hacer en 10 años un registro de las obras que haya instalado en diferentes territorios naturales y qué fue de ellas, qué tendrán para mostrarme y enseñarme con esa mutación.