Partimos siendo patua y tuteando a una de las exponentes del cuento que más ha resonado en los últimos años, Alejandra Costamagna. Está de cumpleaños el 23 de marzo por lo que la escritora sería signo Aries (importantísimo detalle obviamente). Ha sido traducida a idiomas como el italiano, el coreano y el francés, además de que ha ganado varios premios, entre los que destacan el Altazor (2006) y el Anna Seghers (Alemania, 2008) al mejor autor latinoamericano del año. Ha publicado muchas obras desde su primera novela En voz baja en el año 1996, entre los más contemporáneos están Animales Domésticos, El sistema del tacto, Imposible salir de la tierra, Dile que no estoy entre otros.
Pero hoy llegamos a este pequeño artículo queriendo hablar de uno de sus cuentos en particular: “Había una vez un pájaro” que es un pequeño cuento de 35 páginas publicado en el 2013 que surgió de la reescritura de su primera novela En voz baja. En el libro del mismo nombre donde está publicado el cuento hay otros dos relatos, “Agujas de reloj” y “Nadie nunca se acostumbra”, además de una nota al final titulada “en voz baja” donde la autora habla de la reescritura de la novela al sentir que la primera versión se había convertido en un desconocido. Estos tres cuentos buscan exponer situaciones desde la perspectiva infantil, en donde sus temas aparentemente superficiales transmiten mucho más, una realidad trágica detrás de un velo del relato infantil.
Ahora, si se tuviera que definir en pocas palabras la obra, se podría describir “Había una vez un pájaro” como una historia de un quiebre en la relación de una hija y su padre en los 70´s bajo el manto de la dictadura. La narrativa de la Ale es rítmica, dinámica, íntima, te introduces a la vida de Amanda la protagonista con un ambiente que se encuentra entre la tensión del ambiente dictatorial y la ambigüedad de las narraciones desde la perspectiva de un niño.
Todos tenemos niños en nuestro entorno, sabemos que cuentan todo a medias, que inventan cosas, que no entienden del todo ciertas cosas… Ahora imaginen a un niño tratando de reflejar el periodo dictatorial. Por pedazos va armando el relato, afirmándose en sensaciones, en silencios que los lectores vamos a ir llenando con nuestra propia visión. Al comenzar la lectura de Había una vez un pájaro de Alejandra Costamagna, hay cosas en las que uno como lector debe ponerle ojo al momento de la leer, estos son la intimidad, la política, la memoria y el trauma que convergen en el relato de una niña
Una lectura de una tarde que puede llegar super reveladora, profunda, que genera un vínculo de confidencia con los lectores, con un ambiente en el que siempre se habla en voz baja, se impone claramente la voz de Amanda, la voz de la autora y de muchos niños. Me quedo con las palabras de Bieke Willem que al momento de llegar al final del cuento nos dice que “hay que leer las últimas páginas dos, tres veces, y afinar el oído para ser capaz de escuchar esa voz en baja de una generación entera” (Willem 1).